El desastre del “Mar Egeo”

“No se puede recuperar una marea negra completamente, jamás. En cuanto el crudo toca el agua el daño ya está hecho”. Alberto Kuiker (Greenpeace).

“El mundo es un lugar peligroso. No por causa de los que hacen el mal, sino por aquellos que no hacen nada por evitarlo”. Albert Einstein

A media noche del día 1 de diciembre de 1992, el petrolero de bandera griega “Aegeam Sea” con 261 metros de eslora y construido en 1973, llegó a la boca de la ría de Ares, donde quedó a la espera del aviso del práctico del puerto de A Coruña que le permitiese la descarga en la refinería de los más de 79.000 toneladas de crudo ligero. Las maniobras de aproximación al puerto, en la madrugada del día 3, se hicieron con poca visibilidad y condiciones atmosféricas difíciles. Los vientos, de hasta 100 km/hora, desviaron el barco del canal de entrada al puerto y lo aproximaron hasta el cantil de la Torre de Hércules, donde embarrancó con la proa, dejando la popa a merced del mar.

Pese a los esfuerzos de los equipos de rescate que se desplazaron hasta la zona y que consiguieron salvar a todos los tripulantes, a primeras horas de la mañana el barco se partió en dos, explosionando e iniciándose a continuación un incendio que originó una densa humareda. De las 79.000 toneladas que transportaba, se estimó que casi 67.000 se vertieron en el mar, extendiéndose imparable la mancha contaminante por el Golfo Ártabro, agravado por la escasez de barreras anticontaminantes.

La proximidad con la ciudad y la violencia de lo sucedido provocó situaciones de alerta en A Coruña, donde se inició a los pocos días, como protesta espontánea de los vecinos que exigían la denominación de zona catastrófica, la frase que se haría famosa años después en el desastre del Prestige: “Nunca máis”. El humo cubrió en la primera mitad del día la ciudad pero por la tarde el viento lo desplazó hacia Ferrol, donde el día 4 varios remolcadores intentaron cerrar con barreras la entrada de la Ría, sin éxito, ya que el crudo hizo su entrada el día 5, cuando una de las barreras rompió y  los vientos del SW ayudaron a empujar el petróleo, superando el Cabo Prior y desplazándose hasta Cedeira.

Desde el primer momento, en SGHN se vivió con mucha inquietud el accidente del Mar Egeo, sobre todo en la Delegación de Ferrol. Desplazados hasta los montes que rodean la entrada de la Ría, altos de Brión y Prioriño, desde los que se divisaba la negra y densa estela del incendio que se dirigía hacia la costa, esperábamos con preocupación las manchas que inevitablemente llenaron cada rincón de las rías de Coruña, Ares y Ferrol, mientras los vehículos se cubrían de hollín. Especialmente trágicas fueron las primeras entradas de petróleo en las proximidades de las lagunas de Frouxeira y Doniños, sin protección ante la subida de la marea cargada de veneno, con la luna llena, circunstancia que nos preparó para afrontar esa defensa y considerarla prioritaria ante el siguiente desastre: el del Prestige, que compartió con el Mar Egeo, luna llena y niveles máximos en ambas lagunas.

Las primeras aves manchadas se detectaron el día 4 en la costa de A Coruña y el día 5 el Centro de Recuperación de Fauna Salvaje de Oleiros registró la entrada de animales petroleados. El día 6 oficialmente eran ya 2.000 las aves afectadas.

Estas primeras instantáneas trágicamente oscuras dibujaban el color del futuro inmediato que nos esperaba. La participación de SGHN-Ferrol, con el apoyo de compañeros de SGHN-Santiago que se desplazaron a  Ferrol, fue casi en exclusiva la de recorrer la costa y las playas buscando animales petroleados, acogiendo en el local del antiguo hospicio, nuestra sede por entonces, a cuanto animal nos entregaban los voluntarios. En el local  les dábamos las primeras atenciones para entregarlos luego al Centro de Recuperación de Fauna Salvaje de Oleiros.

Nos enfrentamos con la negrura de un vertido en el mar, con la impotencia, con el cansancio infinito que provoca el dolor de ver el medio natural que se ama engullido por el chapapote. Sin medios ni conocimiento, marchábamos hasta los posaderos de Cormorán moñudo de Prioriño, intentando atrapar a cualquier individuo que presentase el cuerpo manchado de fuel. La cala de Canelas, cercana al cabo y ya desaparecida por la construcción del puerto exterior, presentaba un alto grado de impregnación. La costa de Ares, playas de Perbes o Chanteiro acumularon grandes cantidades de petróleo y las playas de Esmelle y Doniños se presentaban ante nuestros ojos impotentes, con una deprimente negrura. El día 11 de diciembre llegan al arenal de Baldaio las primeras manchas.

A mediados del mes de Diciembre la SGHN hizo un comunicado en el que “considera necesaria la urgente revisión de las condiciones de seguridad del puerto de A Coruña y el traslado de la terminal petrolífera”. Hace una evaluación de los daños causados por el accidente del petrolero y critica el triunfalismo de las autoridades. Pide además que se revise la metodología empleada en la eliminación de toda clase de responsabilidades políticas, penales y civiles.

En ese comunicado a SGHN manifiesta la opinión de que todavía no se habían realizado evaluaciones reales de los daños causados, dejando sin atender otros como la contaminación atmosférica producida. Se mencionaba también lo que denominábamos “hiperactividad declaratoria” que no obedecía a otra intención que la de rebajar la alarma social, tratando de suplir con una imagen de coordinación lo que no era más que puro nerviosismo.

Criticaba la SGHN en el comunicado las declaraciones del Director General de la Marina Mercante, según las cuales el humo no era tóxico y el crudo ligero y con bajo contenido en azufre, afirmaciones falsas, cuando las variedades ligeras son capaces de expandirse en más amplia superficie y con mayor rapidez, causando mayores daños.

El 20 de diciembre, la SGHN en Ferrol contaba con alrededor de 70 voluntarios trabajando a pie de playa en la búsqueda de animales, cubriendo el espacio entre Cabanas e Cabo Ortegal. La mayoría de los animales llegaban muy afectados y morían en el camino. Las especies afectadas fueron en su mayor parte cormoranes, seguidos de gaviotas, garzas, frailecillos, ánades reales y araos comunes. En las largas jornadas en la costa tuvimos ocasión de contactar con la organización británica dedicada a la defensa de la fauna salvaje: “International Fund for Animal Welfare”, que recorría la costa afectada evaluando los daños y que nos proporcionó una ayuda económica destinada a incrementar el trabajo de rastreo de los animales.

Quedan en nuestro recuerdo aquellas figuras ennegrecidas por el crudo, de tal manera que no encontrábamos ni una pequeña parte de su cuerpo por donde asirlas sin que las manos se llenasen de chapapote. Queda también la negrura del cielo que precedió a la del mar que finalmente llegó a nuestras costas. Queda la impotencia, la tristeza.

Los restos del Mar Egeo fueron arrastrados por las olas quedando varados finalmente cerca de la Torre de Hércules. Sirvieron de atracción turística durante bastante tiempo hasta que su chatarra fue vendida por unos 15 céntimos. El ancla de respeto está actualmente en el Museo de Anclas de Salinas en Asturias y el ancla de seis metros de caña se puede ver en el exterior de la Casa de los Peces en A Coruña, donde fue traslada en el año 2000.

La compañía aseguradora indemnizó casi inmediatamente a la petrolera propietaria del crudo. Sin embargo el proceso judicial fue largo. La sentencia del Juzgado Penal núm. 2 de A Coruña de fecha 30-04-1996 condenó por imprudencia temeraria al capitán del buque y al práctico del puerto; sentencia confirmada parcialmente por la Audiencia de A Coruña en junio de 1997. La aseguradora formuló reclamación en 1998 ante el Ministerio de Defensa por su responsabilidad civil subsidiaria en la actuación del práctico y en 2006 la Audiencia Nacional condenó a la Administración a pagar la carga. El 22 de Abril de 2009 la Sentencia del Tribunal Supremo confirma dicha resolución. El Estado agota todos los recursos judiciales rematando de pagar en el año 2013, poniendo fin a un procedo judicial veinte años después de haber sucedido el desastre.

La incidencia de la marea negra provocada por el Mar Egeo sobre las aves, aunque demoledora, fue significativamente menor que la producida por el Prestige en diciembre de 2002, pese a la coincidencia de la época del año, ya que el crudo vertido por el Mar Egeo afectó a las zonas próximas a la costa, salvando a las miles de aves que por esas fechas volaban a varias millas mar adentro (Impacto de la marea negra “Prestige” sobre las aves marinas” – SEO/Bird Life nov. 2003).

El petróleo que transportaba el Mar Egeo se considera ligero, lo que facilitó su dispersión, mezclándose con las aguas y el substrato con facilidad, aparentando desaparecer de la vista con rapidez, pero en la superficie dejaba finas irisaciones que impedían el intercambio de gases, contaminando la arena de las playas y a los animales que dependen del medio. Sus efectos son lentos e impredecibles, al pasar los productos tóxicos que contenían a los organismos marinos. La marea negra fue detectada por el satélite ERS-1 de la Agencia Espacial Europea lanzado un año antes. En 1993, este mismo satélite volvió a ofrecer imágenes de la zona afectada en la que aún se veían los restos del desastre ecológico.

Contaminación marina por hidrocarburos

Según las estadísticas, aproximadamente un 0,1% de la producción de petróleo en el mundo termina en el mar. Si consideramos que en la actualidad la producción mundial es de unos 75 millones de barriles al día es evidente que a los océanos llegan muchas toneladas de petróleo. Sólo un 5% lo hace por accidentes,  pero como los vertidos son concentrados, con manchas de gran extensión, causan una fuerte mortalidad en la fauna y la flora.

Es probable que el mayor vertido de petróleo en el mar en la historia haya sido el producido en la Guerra del Golfo en 1991, con más de 800.000 toneladas, pero en Galicia tenemos también nuestra historia ya que por la costa gallega pasa el 70% del petróleo que va a Europa, pero no solo de crudo sino también de productos tóxicos. Los primeros hundimientos con vertidos de fuel al mar coincidieron con las dos guerras mundiales y no se han evaluado las consecuencias reales en el medio ambiente. Todos los datos inciden en las bajas humanas que se produjeron, aún que es lógico suponer que los derrames de combustible y los daños ocasionados al medio fueron importantes.

Contaminación marina por accidentes en la costa gallega

1917: Petrolero “Mc Andrew”

El primero de los desastres ecológicos en el mar que encontramos y del que no tenemos suficiente información sucedió en enero de 1917, cuando el petrolero “Mc Andrew” fue hundido por un submarino alemán cerca de Cedeira.

1934: Petrolero “Boris Sheboldaeff”

En agosto de 1934, el petrolero ruso “Boris Sheboldaeff” embarrancó frente a Camelle partiéndose en dos y derramando las 11.000 toneladas de crudo que llevaba. No se pudo faenar en la zona durante los dos años siguientes.

1942: Buque de aprovisionamiento “Benno”

En enero de 1942  y en el intento de aproximarse al puerto de Cariño (Ortigueira), se hunde el  buque de aprovisionamiento “Benno”, antiguo petrolero al servicio de Alemania en ese momento, después de recibir los ataques de la aviación inglesa. Dejó en la zona una importante marea negra.

1943: Petrolero “Nord Atlantic”

El petrolero alemán “Nord Atlantic” con 9.897 toneladas del crudo se aproximada a la Ría de Camariñas, con la intención de esconderse de la aviación aliada y chocó contra los bajos llamados “As Quebrantas do Medio”, próximas a la Punta Chorente. Se hunde en agosto de 1943, dejando una marea negra en la zona.

1957: Petrolero “Janina”

En enero de 1957, el petrolero francés “Janina” que transportaba fuel-oil ligero, se incendia, hundiéndose después y derramando al mar frente a Vigo unas 10.000 toneladas.

1964: Petroleros “Bonifaz” y “Fabiola”

Tras descargas en A Coruña y cuando navegaba rumbo a Cartagena a unas 10 millas al NW de Cabo Vilán, en una zona de denso tráfico marítimo y con niebla, el petrolero español “Bonifaz” de 170 metros de eslora fue abordado por el petrolero francés “Fabiola” a las 22:00 del 3 de julio de 1964. El derrame sucedió casi inmediatamente y se originaron violentas explosiones en el Bonifaz que se incendió seguidamente, mientras el barco francés continuó su camino sin mirar atrás. En poco más de 30 minutos el Bonifaz se hundió. La sentencia del juicio celebrado en Londres falló beneficiando al buque francés. El desastre dejó 25 víctimas mortales, una contaminación sin evaluar pero que se presume considerable y la evidencia de la falta de seguridad frente a las costas de Galicia.

1968: Petrolero “Syprus Lemos”

En noviembre de 1968 el buque-tanque griego, con bandera de Liberia “Spyrus Lemos” se partió en dos a unas 155 millas de Cabo Vilán durante un temporal. No se difundieron las consecuencias ecológicas producidas por el vertido de unas 13.000 toneladas al mar.

1970: Petrolero “Polycommander”

El 5 de mayo de 1970 intentando salir de la Ría de Vigo, el petrolero noruego “Polycommander” de 230 metros de eslora, tocó en los bajos de piedra entre la Isla de Monteagudo, una de las islas Cies y el cabo Home. Se produjo una vía de agua y un posterior incendio. El barco llevaba 49.000 toneladas de petróleo de la variedad “Ligh Arabian”, muy inflamable y volátil, con contenido en azufre del 1,78%, de las que se vertieron al mar de 13.000 a 15.000 toneladas. Resultaron especialmente afectadas Panxón y Baiona. Se emplearon indiscriminadamente dispersantes de primera generación en grandes cantidades, más dañinos que el petróleo para la fauna y flora marina por su contenido en benceno y touleno, ya que hasta 1972 no aparecieron los dispersantes que ya no contenían productos aromáticos.

1970: Carguero “Erkowit” con insecticida

En octubre de ese mismo año 1970, el carguero “Erkowit” choca a la altura de Cabo Vilán con otro barco. Llevado hasta A Coruña, se fue a pique en el interior de la ría. Transportaba 2.000 bidones de un insecticida altamente tóxico llamado Dieldrin, usado hasta 1970 en las cosechas de maíz y algodón y después hasta 1987 se siguió empleando para combatir las plagas de termitas. El Dieldrín es un compuesto persistente en el medio ambiente que se acumula en los organismos vivos; actualmente están prohibidos su uso y fabricación. El vertido arruinó el cultivo de mejillón, prohibiéndose faenar en la ría durante un año. Como curiosidad, los bidones que llegaban hasta la costa fueron recogidos por las gentes pensando que se trataba de harina. El impacto causado por este accidente no fue suficientemente estudiado, una circunstancia que se repite.

1975: Petrolero “Jakobs Maerks”

Debido a un error humano en las operaciones de entrada al puerto de Leixoes (Porto, Portugal), el 29 de enero de 1975 el petrolero danés Jakobs Maerks, cargado con 88.000 toneladas de crudo, encalló en una barra de arena y explotó. Murieron 7 de los 17 tripulantes y durante el incendio que duró 58 horas se calcula que ardió la mitad de la carga, pero unas 15.000 toneladas de crudo llegaron a la costa, afectando al litoral gallego hasta más al norte de cabo Fisterra.

1976: Petrolero “Urquiola”

El 12 de mayo de 1976, cuando realizaba las maniobras para la descarga en el puerto de A Coruña, el petrolero “Urquiola” con solo tres años de vida, dañó su casco al chocar con una aguja rocosa  a 11 metros de profundidad y que en las cartas aparecía como a 29 metros. Tras el accidente se decide llevar el barco a 200 millas de la costa y en la maniobra el Urquiola explota, incendiándose a continuación. Su capitán, que permaneció a bordo hasta el final, falleció. Con un cargamento de 107.000 toneladas de crudo Arabian Light y Arabian Medium, junto con su propio combustible, derramó gran parte al mar, ocasionando graves daños en las rías del Golfo Ártabro. La sentencia de 18-07-1983 calificó de “desacertada, apresurada, incompetente, irrazonable y absurda” la orden de alejar el barco de la costa. En el año 2003, las agujas que perforaron el casco del Urquiola fueron demolidas con explosivos, aumentando el calado del canal de acceso.

1978: Petrolero “Andros Patria”

El petrolero griego “Andros Patria” se siniestró el último día del año 1978, en medio de una tempestad y cuando se encontraba a unas 30 millas de las Islas Sisargas. Un importante agujero, seguido de explosiones y posterior incendio, afectó a dos de los tanques del buque que transportaba 208.000 toneladas de crudo, derramándose al mar unas 60.000 toneladas. La costa gallega resultó seriamente afectada, llegando las manchas hasta la Mariña luguesa, con un daño ambiental elevado. El coste humano también fue muy alto con tan sólo tres supervivientes de las 33 personas que tripulaban el barco. Las manchas de crudo se combatieron con dispersantes químicos, causando un mal si cabe mayor. Tanto España como Portugal denegaron el permiso para acoger al barco siniestrado, por lo que tuvo que se conducido hasta las Azores, donde se hizo el trasvase del crudo.

1987: Carguero “Casón”

El 5 de diciembre de 1987, el carguero “Casón” sufrió un movimiento de carga durante un temporal que lo llevó a embarrancar en la Punta Castelo, entre las playas de Arnela y O Rostro (Fisterra). Este carguero é el ejemplo perfecto del desconocimiento de la verdadera entidad de la carga que se esconde bajo la denominación de “productos químicos”. Oficialmente portaba 1.100 toneladas de productos inflamables, corrosivos y tóxicos, aún que la leyenda habla de posibles compuestos radioactivos, una afirmación que no podrá ser comprobada, si bien la Marina Mercante negó unas semanas más tarde del accidente, que el barco transportase material radioactivo. El posterior incendio seguido de explosiones en los días que siguieron, provocó el pánico de los pueblos de la zona, iniciándose a iniciativa de las autoridades una evacuación de las poblaciones próximas al accidente rumbo a Santiago, un éxodo de terror que quedó grabado en el recuerdo de las gentes para siempre. Murieron 23 tripulantes y gran parte de la carga cayó al mar. La que se pudo salvar siguió una peregrinaje para encontrar un lugar donde ser depositada, entre protestas de vecinos, disturbios y cargas policiales contra los que impedían (Guitiriz) el paso de los camiones que la transportaban. Finalmente remató en San Cibrao (Alúmina-Aluminio) no sin polémica. Cerca de la playa de O Rostro aún permanecen los restos del Casón que sirven de atractivo para el turismo de buceo.

Y la lista continúa…

Tras el accidente del Mar Egeo en 1992, en 2002, el “Prestige” asoló la costa gallega una vez más, pero este será un capítulo aparte en nuestra recopilación.

Entre uno y otro barco accidentado mencionado aquí y otros de los que no hablamos, las víctimas más inocentes: la fauna y el medio ambiente, fueron como siempre los más perjudicados. Cada año del que tenemos conciencia aparecieron en la costa aves sospechosamente manchadas, testigos silenciosos no sólo de los accidentes, sino también de los sentinazos intencionados provocados y consentidos por gentes sin conciencia. Por nuestra organización y por nuestras manos pasaron pájaros ennegrecidos que todavía recordamos uno a uno. Algunos salieron adelante, a otros los vimos morir impotentes, mientras los políticos, los tribunales y hasta los medios de comunicación seguían a discutir sobre la autoría del delito en la búsqueda de un culpable.